La bendición de los padres afianza los cimientos de los hijos y sus generaciones futuras, pero las maldiciones de los padres a los hijos, destruyen esos cimientos dejando una estela de sufrimiento. Otra forma de maldición es la adhesión a corrientes que dan una falsa sensación de poder, protección y abundancia, siendo en realidad un culto a demonios por medio de rituales aparentemente inofensivos como la angelología, el reiki y las flores de Bach.
No se debe por ningún motivo, pretender que se pueden manipular los acontecimientos a nuestro antojo, negando con esto el poder y la voluntad de Dios.