Igual que heredamos color de ojos, de pelo y de piel, heredamos bendiciones y maldiciones a nuestros descendientes. Somos como los Ă¡rboles que dejan caer la semilla para que surja otro Ă¡rbol, y el Ă¡rbol bueno produce fruto bueno y el mal Ă¡rbol, fruto malo. Hay cuatro pecados que claman al cielo y que dejan mayor tara generacional que es la herencia de maldiciĂ³n hasta cuarta generaciĂ³n. Estos son el homicidio, la opresiĂ³n al huĂ©rfano y a la viuda, el sexo aberrante e incontinente y arrimarse a prĂ¡cticas esotĂ©ricas.