El rey David cometiĂ³ pecado de sangre y de sexo al enviar a UrĂas a que tuviera una muerte segura en el frente de batalla y asĂ tomar a su esposa BetsabĂ©; Dios le reclama y le hace saber las consecuencias: EscĂ¡ndalo sexual y muerte violenta entre sus hijos.
El rey David fue perdonado por su pecado, sin embargo, tuvo que pagar las consecuencias.
Nosotros, al apartarnos del Señor por nuestros pecados, podemos recibir el perdĂ³n que nos libra de la condenaciĂ³n, sin embargo, las penas merecidas por esos pecados, las habremos que pagar aquĂ o en el purgatorio.
En este tema veremos cĂ³mo nuestro Señor en su infinita misericordia, ha puesto a nuestro alcance el perdĂ³n de nuestros pecados y de las penas merecidas por esos pecados por medio de la indulgencia plenaria.