Dios nos ha dado la libertad de vivir en él o morir sin él. El Señor nos creo libres para gozar y darle alabanza eterna voluntariamente, sin violentar ni forzar nuestra capacidad de elegir. Conocer y añorar las delicias del cielo, es reconocer también la terrible existencia del infierno.
NovĂsimos: Los Destinos Eternos del Hombre
Los NovĂsimos – 04. LA EXISTENCIA DEL CIELO Y DEL INFIERNO
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